Y había futuro

Hay algo que recuerdo muy claramente de esos días, la percepción de que todo acababa ahí. Una pregunta se repetía en mi cabeza como un mantra ¿y ahora qué hacemos?, ya no había futuro. Cuándo alguien se acercaba a mí le lanzaba mi pregunta, ahora qué hacemos.

El desconcierto total, el naufragio.

¿Cómo se puede sobrevivir a esto? es lo que de manera inconsciente quedó grabado en mi mente. A partir de ahí, la idea de que me iba a morir siempre rondó mi cabeza, me iba a agarrar un cáncer o alguna enfermedad incurable o fulminante, no podía concebir como mi cuerpo podía sobreponerse a semejante sufrimiento, en algún momento llegaría el colapso. Y también lo deseé, y me dio miedo desearlo.

catarata

Gara nació un 22 de Noviembre, tras un parto largo pero maravilloso. Era lo que soñé, un parto en libertad. Sentí ese poder que sentimos las mujeres cuando se nos deja parir, la conexión con el yo más primitivo y ancestral, de hembra que pare a su cría, toda la fuerza de la naturaleza confluyendo en ese momento para alumbrar a ese nuevo ser. Para la psique de cualquier mujer el parto es un hecho revolucionario, en ese momento nace un hij@ y una madre, aunque la mayoría de las madres ya nos sentimos como tales desde el momento que tomamos conciencia del embarazo.

Alguna vez le escuché decir a mi partera algo así como que para parir había que romperse y después volverse a armar, yo siempre sentí que quedé rota, no me pude rearmar. Gara murió el 24 de Noviembre por causas que nunca llegaré a conocer, el misterio de la vida y de la muerte. Realmente es difícil otorgarle sentido a la muerte de tu hija recién nacida, más aún cuando tampoco hay un asidero racional al que agarrarse, no sabemos qué pasó, no se pudo averiguar.

Todo lo que pasa es por algo…. cuántas veces lo habré escuchado. Yo no lo comparto. Nunca he pensado que mi hija vino al mundo para enseñarme algo o cosas así, eso sería pensarme como el centro de su universo, sería contemplarla a ella desde una perspectiva en la que yo fuera el centro de su vida. Y su vida tuvo sentido en si misma, en su propia individualidad. Simplemente trato de aceptar que la muerte es algo insondable y misterioso, que no responde a lógicas ni reducciones y que forma parte de la vida. Y que la muerte de un hijo no es algo antinatural, va contra toda nuestra expectativa biológica, pero antinatural no es, porque la única condición que hay que cumplir para morir es estar vivo.

Hoy han pasado 6 años y aquí sigo, creciendo. A veces me pregunto qué mujer sería, qué madre sería hoy si Gara no hubiese muerto, y si bien guardo secuelas y heridas profundas, también guardo conocimientos y amores profundos. Y compartiendo, el camino.

Carola, mamá de Gara y de I