Compartir el dolor sana, guardarlo puede cronificiar. Alba Payás

Psicoterapeuta del duelo. Ofrece pautas que hacen menos dura una Navidad con sillas vacías.

Jueves, 8 de diciembre del 2016

Geóloga especializada en Geofísica, Alba Payàs (Manresa, 1956) dejó atrás el estudio de la morfología y los cambios en la física terrestre para concentrarse profesionalmente en otro tipo de alteraciones internas: las grietas que la muerte de un ser querido dibuja en el corazón. El duelo -dice- «no es una enfermedad», pero puede llegar a ser su origen si no se hace bien o no se hace. Pensando en la Navidad, y en quienes sienten que celebrar es antagónico a sentir dolor por la muerte de alguien, el martes 13 ofrecerá una conferencia (Palau Macaya, 18 horas) sobre cómo llevar mejor duelo y fiestas.

Alaba P-¿Cómo pasó de las piedras a la emoción?

-Haciendo caso al gusanillo que tenía dentro, mis ganas de dedicarme a algo social. Y unos amigos en Gran Bretaña me enseñaron un vídeo del trabajo de la psiquiatra Elisabeth Kubler Ross (1926-2004), experta en el momento de afrontar la muerte, pionera en el acompañamiento en cuidados paliativos. Me fascinó tanto que me inscribí en el programa de entrenamiento de su fundación.

-¿Y desde entonces se ocupa en ello?

-Sí, hice mis estudios de psicoterapia en el Metanoia Institute de Londres, y al regresar era la época, a finales de los 80, en que aquí morían muchas personas con VIH, solas. Morían solas por el gran estigma social.

-¿Empezó acompañando ese momento?

-Fue mi primera dedicación, entonces como voluntaria. También estuve con toxicómanos, y fundé en Girona un centro de acompañamiento en el duelo. Hoy lo hacemos en Barcelona, en el Instituto de Psicoterapia Integrativa-Relacional (IPIR) (www.ipirduelo.com). Además de impartir un máster de la Universitat de Barcelona sobre intervención en duelo, hacemos terapia individual y familiar con personas en duelo.

-¿Las generaciones actuales afrontan los duelos con mayor dificultad? ¿Qué hace que se demande más ayuda profesional?

-Por un lado, el porcentaje de muertes súbitas y por causas no naturales ha ido creciendo. Pero también porque ahora las familias son más pequeñas y desarraigadas, y están más desprovistas de la religión, que, en ciertos ámbitos, siempre fue un factor protector en las etapas de duelo.

-¿Cómo se constata que alguien queda más desprotegido en un duelo?

-Sabemos que de las 70.000 personas que fallecen cada año en Catalunya, teniendo en cuenta que el duelo afecta a una media de cinco o seis por cada defunción, en el 85% o 95% de casos no necesitan ayuda especializada. Pueden experimentar mucho sufrimiento, que puede durar tres, cuatro o cinco años, pero acaban recuperando la esperanza, la ilusión por la vida y las relaciones.

-¿Con el resto qué sucede?

-El 10% o 15% restante no se recupera. Pasan los años y acaban con depresión, ansiedad o angustia. Acaban haciendo más peticiones de los servicios de salud mental, tomando más medicación y también en ellos aumenta el índice de mortalidad. Sobre todo en viudos durante los seis primeros meses tras la muerte de la pareja.

-Y celebrar la Navidad llega siempre como un jarro de agua fría en ese recogimiento que hace similares muchos duelos.

-Sí. A fin de protegerse, en las familias se construyen muros de silencio, que tienen un sentido natural, vinculado al mito de: si te enseño mi dolor, te haré sentir mal. Pero compartir el dolor sana, por la conexión con el otro, que puede sentir más empatía. Pero guardar el dolor puede cronificarlo.

-¿Qué puede ayudar en estas fechas?

-El primero es reunirse la familia antes de la Navidad y expresar y respetar el deseo de cada persona de vivir ese día según su necesidad. Seguramente no será la mejor Navidad, pero será la que cada uno elija. Y solo el hecho de hablar de ello ya ayuda. Compartir en familia facilita mucho un duelo.

Fuente: http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/compartir-dolor-sana-guardarlo-puede-cronificar-5677290