Cuando la donación de leche da vida y sentido

Hay mujeres que cuando mueren sus bebés tienen leche almacenada que han estado sacándose durante meses, y otras que cuando pierden a sus bebés durante la gestación encuentran sentido en continuar con la producción de leche que su bebé trajo a su cuerpo para regalar a otros bebés y mamás que no disponen de leche materna.

Yo recibí 50 litros de leche de una bella mujer de Huelva, Isabel, que estuvo extrayendo para su hijo Saúl.

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Saúl nació con 26 semanas de gestación y a la semana de nacer se puso muy enfermo. Durante su estancia en la UCI, Isabel se estuvo extrayendo leche para Saúl con la esperanza de poder dársela algún día. Saúl murió tres meses después, ahora hace tres años, e Isabel se quedó con toda su leche en varias cámaras congeladoras. Gracias a varias amigas asiduas de redes sociales, de diversos grupos de apoyo a la lactancia materna, Isabel y yo entramos en contacto…y yo que no tenía leche tras estar punto de morir en mi parto gemelar, del que finalmente sobreviví pero en el que se me murió la hipófisis, recibí este gran regalo que trajimos de Huelva a Murcia para mis hijos Julieta y Teo.

Un año después de esto, y otra vez gracias a las amigas de los grupos de apoyo a la lactancia que navegaban por las redes sociales, Natalia y yo entramos en contacto. Natalia, de Alcantarilla, acaba de perder a María, su bebé de un año…como los míos, y tenía otros cerca de 50 litros de leche almacenados, que había sacado y guardado para María durante meses. Esta vez era yo misma la que iba a recoger esta leche, y abrazaba agradecida a Natalia y sentía su pena y dolor, su desgarro, y recordaba de nuevo a Isabel, y sentía a María, y volvía a sentir a Saúl, en cada biberón que daba a Julieta y Teo de esa leche extraída con tanto amor.

Gracias a estas bellas mujeres y su generosidad, mis mellizos tomaron la leche materna que yo no podía producir para ellos y que era tan importante, y así Saúl y María se hermanaron para siempre con mis hijos Julieta y Teo, y mis comadres Isabel y Natalia conmigo, y la donación de leche tras la muerte trajo vida…y sentido.

 Malena Sánchez Terrer