Lactancia materna y mortalidad perinatal

Tiziana Trotta  

A pesar de los beneficios, tres de cada cinco niños no reciben leche materna justo después del nacimiento, alertan la Organización Mundial de la Salud y Unicef

Ponerse al pecho al recién nacido desde sus primeros instantes de vida y amamantarlo hasta, por lo menos, los dos años salvaría anualmente a más de 820.000 menores de cinco años. Pero retrasar esta práctica incluso unas pocas horas acarrea consecuencias para el recién nacido que pueden llegar hasta la muerte. Mayor es la espera, mayores serán los riesgos, alertan Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el informe Capture the moment, publicado este martes.

Los niños amamantados desde primera hora tienen más probabilidades de sobrevivir. Los recién nacidos que comenzaron entre las dos y 23 horas de vida, según distintos estudios citados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la OMS realizados sobre un muestreo de más de 130.000 niños, tienen 1,3 veces más de probabilidad de morir en un plazo de 28 días en comparación con aquellos que lo hicieron en los primeros 60 minutos. Este riesgo es más del doble si se espera un día o más. El año pasado, sin embargo, una cantidad estimada de tres de cada cinco bebés de todo el mundo (alrededor de 78 millones) no fue amamantado desde el minuto cero.

En Azerbaiyán, Chad y Montenegro, por ejemplo, apenas dos de cada 10 recién nacidos fueron amamantados durante la primera hora de vida, mientras que en países como Burundi, Sri Lanka y Vanuatu, fueron casi nueve de cada 10. “Las disparidades que existen entre una región y otra no están vinculadas con los niveles de ingreso”, explica Blanca Carazo, responsable de programas de Unicef Comité Español. “Es una cuestión más bien de voluntad política y de la importancia que otorga la sociedad a la lactancia y a la supervivencia infantil en general”. Esto explica, por ejemplo, porque países con contextos económicos similares presentan índices de lactancia materna temprana muy distintos. Es el caso de Serbia y Montenegro. Mientras el primer país ha mejorado en 43 puntos porcentuales entre 2010 y 2014 los índices de lactancia materna temprana gracias sobre todo a la mejora de la atención a las madres desde el embarazo y a los recién nacidos, en Montenegro solo el 14% de los niños en 2013 fue amamantado durante la primera hora de vida.

Los niños que no son amamantados inmediatamente se enfrentan también a un mayor riesgo de infecciones, ya que el contacto con la piel de la progenitora ayuda a regular su temperatura, les dota de bacterias y fortalece el sistema inmunitario. Los que no lo hacían en la primera hora de vida, según un estudio realizado sobre más de 4.000 niños en Tanzania, se exponían a una mayor posibilidad de contraer tos y un peligro un 50% mayor de problemas respiratorios en los primeros seis meses de vida.

Dejar transcurrir más de una hora después del parto para amamantar, además, disminuye las probabilidades de que los recién nacidos sigan nutriéndose de esta forma en los meses siguientes. La OMS y Unicef recomiendan la lactancia exclusiva —es decir, que el recién nacido no tome otros alimentos— durante seis meses. Esta práctica, aseguran, beneficia tanto al niño (ayuda el desarrollo del cerebro, al mismo tiempo que contribuye a evitar sobrepeso y obesidad) como a la madre (reduce el riesgo de cáncer de mama y de ovarios, así como el de diabetes).

Para que esto se lleve a cabo de inmediato, las madres necesitan apoyo de personal sanitario bien formado. Pero no siempre es así. No obstante el incremento de partos asistidos por personal calificado (del 60% en el año 2000 a cerca del 80% en 2016), en muchos casos las madres y los niños son separados durante las primeras horas, retrasando el contacto físico. Las únicas mejoras significativas se registran en los países donde los partos en centros médicos aumentaron en más de 20 puntos porcentuales.

Las razones por las que las madres no dan el pecho a sus hijos durante los primeros instantes de vida son en su mayoría evitables, asegura al informe, que analiza la situación de 76 países de ingresos bajos y medios. Una de ellas es la costumbre de alimentar a los recién nacidos con miel o agua azucarada, así como de desechar el calostro —la primera leche, rica en nutrientes—. “Hay que regular la promoción y la venta de la leche artificial”, explica Carazo, “para que sea la última solución y no una alternativa común a la leche materna”.

El incremento de las cesáreas también se refleja en una disminución de las tasas de lactancia materna temprana. En Egipto, por ejemplo, los partos de este tipo aumentaron del 20% al 52% entre 2005 y 2014, al mismo tiempo que la lactancia experimentaba una caída del 40% al 27%. Lo mismo ha ocurrido en la República Dominicana, donde el repunte de cesáreas entre 2002 y 2014 (del 31% al 58%) ha ido de la mano con la disminución de la lactancia temprana (del 62% al 38%).

“Las madres necesitan un entorno que les proporcione información adecuada antes y después del parto”, señala Carazo, “pero también hay que implementar normas que favorecen estas prácticas, desde los protocolos médicos a permisos laborales para los progenitores”.

Diferencias regionales

A pesar de la tendencia al alza (el 42% de los nacidos en 2017 fueron amamantados en la primera hora, en comparación con el 37% de 2005), los progresos son muy lentos y persisten grandes diferencias entre regiones. En los países de ingresos medios y bajos, uno de cada 25 niños no recibió lactancia materna, mientras que en las más opulentas, son uno de cada cinco.

El norte de África y Oriente Próximo presentan una de las tasas más bajas (35%), mientras que al otro extremo de la clasificación se sitúan África Oriental y del Sur (65%).

Numerosos países ricos, subraya el informe, no disponen de suficientes datos sobre este importante indicador de nutrición infantil. Ante la laguna de información sobre niños que reciben leche materna en la primera hora de vida, el informe hace mención al número de niños que nunca han sido alimentados de esta manera. Este porcentaje asciende al 21% —en los países de ingresos medios y bajos son el 4%—, es decir, 2,6 millones de recién nacidos

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/07/30/planeta_futuro/1532960055_695903.html