La huida del dolor como huida de la vida

Queremos reflexionar en esta web acerca del significado del dolor, porque el significado que una sociedad atribuye al mismo,  colabora a que las personas sean insensibles al sufrimiento del otro, incluso a que ejerzan  la injusticia….Hace que se aconseje ante unos padres en duelo «pasar página rápido» o hacer como si nada hubiera ocurrido (cosa que añade más dolor)…

Y lo contrario también,  el dolor se puede convertir en un motor para entender mejor al otro, para hacer una sociedad más fraterna (en nuestra sección solidaridad en el dolor hay varios ejemplos de ello)….en una fuente de alegría.

Prado Esteban, una de las autoras del libro «feminicidio o autoconstrucción de la personalidad», hace la siguiente reflexión que ahora publicamos (Extracto)

(Fuente: http://prdlibre.blogspot.com.es/2013/12/la-huida-del-dolor-como-huida-de-la-vida.HTML)Lahuidadolor

Hay una gran tragedia en la incapacidad moderna para la aceptación del dolor, una tragedia auténtica, porque esta huida del malestar, paradójicamente, incrementa hasta el infinito el padecimiento personal y social. Renunciar al sufrimiento significa renunciar a muchas cosas fundamentales que dan sentido a la vida. Significa:

1.     La renuncia a la conciencia del mundo, a la verdad de lo real. El esfuerzo por acercarse a la verdad de las cosas es amargo porque implica un trabajo ímprobo, a veces sobrehumano por superar las barreras descomunales que el sistema pone. La victoria sobre la mentira y el error ni es fácil ni es cómoda, es dura y sufriente, nos condena a vivir en la conciencia de nuestras limitaciones y, a menudo, en la incertidumbre y en la duda. Por otro lado, la defensa de la verdad requiere de una enorme dosis de valentía y desprecio por la tranquilidad  y el propio bienestar. Hoy, en la sociedad de la mentira obligatoria, quienes luchan por la verdad están condenados al ostracismo, la persecución, el oprobio y las humillaciones sin límites. Quien desee, pues, acercarse a la realidad del mundo, tomar conciencia de la verdad de las cosas ha de aceptar el dolor que lo acompaña.

2.     Quien teme el sufrimiento ha de renunciar al amor. Todas las categorías del amor, el amor sexual, el amor maternal, el amor fraterno, el amor social, la amistad y el amor convivencial, todas, producen en algún momento angustia por la incomprensión, el miedo a la separación o el abandono, el sentimiento de vulnerabilidad y dependencia. Los vínculos y compromisos amorosos implican esfuerzo y sacrificio y olvido del propio interés. Si el amor es una de las experiencias humanas más sublime y extraordinaria no está exenta casi nunca, como todo lo sublime, del lado trágico. En las condiciones actuales de destrucción casi total de las estructuras de vinculación y compromiso humano la lucha por reconstruir en lo social y en lo personal la convivencia  tendrá más momentos dolientes que placenteros.

3.     Quien no está capacitado para el sufrimiento no puede acceder al conocimiento de sí mismo ni auto-construirse como persona porque todos somos seres bipartidos y la mirada hacia nuestro interior, si es valiente y sincera, es dolorosa. Quien no esté dispuesto a aceptar la realidad de sí mismo por miedo a la angustia  de ver su lado oscuro, no puede desarrollar en sí ni virtud ni excelencia alguna, pues todo desarrollo implica negación, vacío y privación, y, por lo tanto, malestar. El miedo al dolor nos está convirtiendo en seres-nada vaciados de los rasgos humanos de conciencia, virtud, voluntad y entrega.

4.      Quien no está dispuesto al sacrificio no puede resistir al mal que avanza imparable en toda la sociedad, se ve impelido a colaborar con él activa o pasivamente. No puede, por ello, contribuir al avance del bien, de lo justo, lo bello y lo sublime en todos los órdenes de la vida porque cualquier proyecto de regeneración de lo humano implica exponerse a ser hostigado y acosado en un tiempo en el que el mal es fuerte y poderoso. Eso significa que quien no se sacrifica por el bien del mundo está obligado a vivir dentro de la iniquidad y sufrirla.

5.     Todo lo grande, lo trascendente, lo significativo, lo que tiene proyección histórica, lo que es valioso y excelente es conflictivo y arriesgado, quien se acobarda ante el dolor está obligado a vivir en lo mezquino y lo insignificante, lo doméstico y lo anodino, a entregar su vida a actos intrascendentes y sin valor. Todo lo creativo, lo estético, lo bello y lo sublime exige un canon de padecimientos, el Arte con mayúsculas desaparecerá de nuestras vidas ahogado por el bienestar y, por lo tanto, estaremos obligados a vivir en la fealdad y la aberración.

Ser capaces de sufrir, mantenerse indiferentes ante la aritmética del placer y el displacer, es la condición para la vida auténtica, para la libertad y la virtud personal.  Esta capacidad está desapareciendo hoy de la sociedad, pero de forma especial está siendo anulada entre las mujeres que somos conducidas hacia una deriva de estúpida armonía interior que no es sino abulia y flojedad ante el esfuerzo de vivir y de ser libres. Superar el dolor de la existencia a base de drogas es lo mismo que renunciar a la vida. Quienes nos venden una felicidad sin tacha y una emancipación adulterada,  sin  lucha, sin miedo, sin sudor y sin sangre nos venden una mercancía podrida, simplemente eso no existe.